Nuestros anhelos, alimentados por nuestras emociones, nunca son unívocos y siempre esconden dobleces y matices.
"La madre del cordero, Carnehan -dice Daniel-. Este asunto funciona y ya es nuestro todo lo que merece la pena en este país. ¡Yo soy el hijo de Alejandro y la reina Semíramis y tú eres mi hermano pequeño, un dios también ! Es lo más grande que nos ha pasado en la vida. Llevo seis semanas de campaña con mi ejército y, en ochenta kilómetros a la redonda, hasta la aldea más pequeña se me ha entregado feliz ;y lo mejor de todo es que tengo la sartén por el mango, como vas a poder comprobar, ¡y hasta tengo una corona para ti!."
El hombre que quiso ser rey.
Ruyard Kipling.
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