El martes fui a la Escuela de Arte Catalina de Oscáriz a explicar cómo hago el suminagashi, una técnica japonesa de pintura por flotación. La misma puede servir como trabajo acabado con la que se obtienen diseños en el papel muy interesantes, o ser la base para una nueva obra. En este caso, a partir de la mancha que la tinta dejó sobre el papel encontré, de casualidad, este bicho extraño al que le he dado un aspecto más acuático alterando los colores con photoshop. Se lo dedico a mi amiga Regina y su novela que, después de cuatrocientas páginas, me tiene viendo dragones en cada mancha.
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