Agarrad la vida a puñados, os lo digo
muy en serio.
Agarradla como cogisteis por primera
vez la cuchara,
y llenaos la boca y la entraña de
sustancia sagrada,
de amor por lo que el ojo ve y el
cerebro no procesa,
por la brizna y la hoja seca,
por la rama quebrada y la raíz
poderosa.
Agarrad la vida sin pensar, sintiendo.
Como si no hubiese más instante que
este,
como si fuese vuestro mejor retrato,
vuestra última carta o la despedida.
Agarrad la vida y permaneced.
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